Es un trabajo interestético de aproximación a Quito a través del estudio de los personajes que lo habitaron.
El trabajo Quitológico arrancó siguiendo la huella de personajes y leyendas fantásticas de la ciudad de Quito, bajo la guía del poeta.
Ulises Estrella
La palabra Quitología fue tomada de un viejo letrero que anunciaba en la entrada de un negocio en el centro de Quito:
«Se enseña villa y Quitología»
La Quitología y el proyecto interestético
Juego estético
1. Escoja una de las esferas dejando fluir su inclinación estética.
2. De clic en el nombre de la esfera y lea el contenido correspondiente.
3. Compare esta lectura con su temperamento.
Adopte una esfera como suya.
Usted es parte de Quito.
Breve historia de las Esferas de la Catedral
El 6 de diciembre de 1534 llegan los primeros 200 españoles a Quito. Estaban seguros que encontrarían más oro que en Cuzco y que en Cajamarca pero el Inca Rumiñahui, originario de Píllaro, decidió destruir toda la ciudad y matar a casi toda la familia de Atahualpa poco antes de su llegada. Sobre esas ruinas se construyó la nueva ciudad mestiza de Quito y en su centro se levantó la primera iglesia con adobe, piedra y techo de paja que hoy conocemos como La Catedral. En 1545 Quito se convierte en Obispado y la construcción del edificio como lo conocemos hoy da inicio. A inicios del siglo XIX manos anónimas, indias y mestizas, esculpen en roca del volcán Pichincha 20 esferas de distintos diseños que adornan el atrio de la Catedral. Su significado sigue siendo un misterio.
Las Esferas de la Catedral en la Quitología, son consideradas el rito iniciático para entender la ciudad, engloban una da las principales actividades de la interestética, es decir, la lectura de imágenes. Entiendo y concibo la elaboración del juego Quitológico de Esferas de la Catedral como un acto de apropiación, de vinculación con Quito.
Como sucede en el cotidiano vivir, conocemos tan poco de las esferas como de los seres con los que compartimos diariamente. Siempre están a nuestro lado esperando ser miradas.
“Mi propuesta pretende llamar la atención hacia las esferas de la Catedral de Quito y sugerir un acto lúdico, un acto poético como diría Saramago, que consiste en elegir una de estas 18 esferas y buscar en ellas rasgos de nuestro temperamento, perceptible, gracias a la sutileza y diversidad de los diseños tallados por artesanos quiteños a finales del siglo XVIII en estas piedras volcánicas».
Sara Palacios
Catedral de Quito en 1894. Imagen del Fondo Fotográfico Dr. Miguel Díaz Cueva. INPC
Fotografías actuales de las esferas de la Catedral de Quito
Mis Esferas
A partir de las replicas que Sara Palacios hace de las Esferas de Catedral de Quito, decide realizar sus propias esferas partiendo de ideas y sentimientos que dieron forma a cuatro nuevas esculturas.
De transición
De aparecer
Sara se representa en esta esfera a través de un ojo de serpiente que la decora para mostrase ante el otro.
De cuerpo
Entiende la presencia de la arcilla como fuerza, volumen, la redondez del mundo hecha cuerpo.
De espíritu
Poema del Libro ÉL de Sara Palacios.
Ubicación ESFERAS
Ubicadas en plena Plaza de la Independencia en el Centro de Quito estas 20 esferas con 9 diseños distintos fueron construida en el siglo XVIII por manos desconocidas.
La princesa Toa, hija del líder Shiry Carán onceno de Quito, fue obligada a casarse con Duchicela, hijo de Condorazo, jefe máximo de la nación Puruhá, ubicada al sur del Ecuador. El objetivo fue unir los señoríos étnicos de los caras-shyris de Quito, con los puruhaes en el siglo XIV.
Princesa Toa pertenece a la ONU Mujeres en la ciudad de Nueva York.
Una mujer completa
Princesa Toa
Escultura en terracota
40 x 50 x 70 cm.
colección
QUITO MITO ESENCIAS
1995
POEMA – TOA: LA QUE NACE Y PERMANECE
de Ulises Estrella
Temprano,
cuando salgo a contemplar
el asalto del sol al monte,
un vislumbre,
como puñal,
se clava en mi pecho:
¿qué habría detrás de este río, flor y colibrí?
De pronto, sin dejar tiempo al tiempo,
Duchicela se viene encima y el mundo se desmorona.
Me caen los hijos,
cada vez menos míos,
mas ellos,
en el sueño del reino.
– ¿Porqué seré feliz cuando él no está?
¿Te has puesto ha pensar,
Duchicela,
que la comuna de Carán Onceno, mi padre,
no fue la misma de Condorazo, el tuyo?
entre dos lumbres, lo que parecía unido
vuelve a dividirse.
Ellos tienen la acción, nosotras la memoria.
Él se va por las ramas, yo busco el centro.
Mientras van por el poder, yo me acerco a la conciencia.
¿Qué frontera nos divide a las mujeres de los hombres?
Boceto de Toa
A finales del siglo XV los Incas comienzan la expansión de su reino y avanzan hacia el norte conquistando cada uno de los señoríos étnicos asentados en lo que ahora es Ecuador. En Cochasquí (cuchas-lago qui-mitad) las mujeres Quilago, que se quedaron sin un solo hombre ante su partida hacia la guerra, resisten por largos años hasta que los Incas se apoderan de todo el norte al asesinar a más de veinte mil hombres y arrojarlos a la laguna de Yahuarcocha.
Quilago mujer guerrera
QUILAGO MAIZ
Escultura en terracota
20 x 30 x 108 cm.
colección
QUITO MITO ESENCIAS
2005
Fragmentos
QUILAGO PÁJARO
Escultura en terracota
60 x 40 x 80 cm.
colección
QUITO MITO ESENCIAS
2005
Fragmentos
QUILAGO MUJER SOLAR
Escultura en terracota
50 x 40 x 60 cm.
colección
QUITO MITO ESENCIAS
2005
POEMA –QUILAGO, LA MUJER SOLAR
de Ulises Estrella
Espíritu del Jaguar,
corazón de la montaña
mujer que vive en el ojo
de la naturaleza.
QUILAGO
lazo que une y concreta
el pacto entre el Cielo y la Tierra.
En Cochasquí, aguas de la mitad,
vino a recibir entre pirámides
al Sol en la mitad.
Ella, tempranamente, aprendió
que todas las cosas tienen madre,
buscaba cobijo en las cavernas,
para encontrar la matriz subterránea
donde maduran los embriones.
Sabía el origen de su nombre
venido de la leyenda,
Quilago: Mujer Solar, Mujer Tigre,
destinada a conducir a los nacidos del mar
por selvas y montañas
para ubicarlos en las tierras más altas.
Como Centro, Señora o Reina,
decidió organizar la sociedad del equilibrio,
nada quedaría al azar.
El trabajo tenaz de los humanos iba a dejar huellas
porque las fuerzas del pasado apuntaban al futuro,
a un infinito que superaría el Milenio,
con el Sol como guía y la Madre Tierra
como razón y justicia de vida.
Giraba entre los montículos,
cantaba antes de su danza matinal
en lo más alto, en el Mirador,
de cara a los imponente volcanes.
Flotaban al viento
su túnica roja y su larga cabellera.
Los sembradores y cultivadores,
escuchaban la voz e la tierra
en sus sabias palabras.
Todos se preparaban a festejar los equinoccios,
cuando no existe sombra en los cuerpos,
el día de las siembras
y el día de las cocechas.
Al atardecer
la Quilago estaba con los alfareros
modelando ollas, ánforas, platos, bateas y jarrones.
Prefería el diseño del sapo
que le recordaba su reclamo nocturno por el agua,
por esos torrentes
que la geografía necesita,
esos ríos que cierran
el sentido de la mitad solar,
mitad del agua y mitad de la tierra,
traída de los sacramentos naturales.
En el crepúsculo se encontraba con el arcoíris,
esplendoroso manto para el amplio círculo nocturno.
No olvidaba salir,
a medianoche,
a observar las luciérnagas,
engendradoras del sol diurno,
anticipadoras del universo
que perdurarán en los tiempos,
con sus mágicos resplandores iridiscentes.
Fragmentos
Poema que acompañó la exposición
“Quilago mujer solar” en 2001
QUILAGO CAVILACIONES FINALES
de Sara Palacios
¿Hacia donde volver los ojos para no
perder el equilibrio? Pensó la Quilago
cuando las tierras temblaron al paso
de los conquistadores.
¡Cuánto esfuerzo para protegerlas pirámides!
¡Cuánta lucha! ¿De dónde sacamos tanta fuerza?..
Mil preguntas rodaban las grandes rampas
mientras las mujeres hacían silbar en el aire las huarracas.
Sonrió un instante recordando
cómo los incas retrocedieron desconcertados
sin aceptar que eran mujeres
las que lanzaban dardos y macanas.
“Aquí no hay siervos” dijo ante las mil argucias que intentaron
para ocupar las tierras que no era para ellos,
provocando la sentencia final de inca Huaynacapac:
“Si no hay siervos, no hay nadie”
y se le secó en la garganta toda el agua que
cortaron en los canales.
Se le retorció en la tripa la indignación
y en su imaginación un lago se tiñó de sangre.
Ella misma interprete del aerolito
que indicaba el nuevo lugar,
el definitivo asentamiento.
El éxodo era dignidad,
mil voces la animaban a partir
pero sus pies no podían despegarse
de las pirámides.
Desde el círculo del sol y de la luna
miró como cargando guaguas
jalando llamas y atavíos
caminan en los de su raza
al nuevo lugar osea Quito .
«No estarán los míos» pensó mirándolos
partir a el nuevo centro,
pero «tampoco estarán ellos”
pensó en los conquistadores.
y con la placidez
de los que han ganado
la mejor de las batallas
clavó los ojos en la distancia
y entre la niebla
se fue o se quedó,
nadie sabe.
Ubicación QUILAGO
A 52 kilómetros de la ciudad de Quito y a una altura de 3100 metros se encuentra el sitio arqueológico de Cochasquí, que en lengua quichua quiere decir lago de la mitad.
Mirador de piedra de forma espiral, ubicado en el tradicional parque de La Alameda. A principios del siglo XX fue el lugar preferido para observar Quito y el lugar favorito del poeta Ulises Estrella, retratado en esta escultura.
Churo
Escultura en terracota
40 x 40 x 60 cm.
colección
QUITO MITO ESENCIAS
2005
Fragmentos
POEMA – CHURO
de Ulises Estrella
Cuánta distancia al mirar
de nuevo
lo mirado,
quién fue
el que rondó este espiral,
sorprendido descubriendo cada lado;
tres dimensiones
un solo mundo
arriba circulando entre las piedras,
abajo corriendo sin fin buscando
sin comienzo
otra vez
zigzag
en la cúspide.
viento que trae
molinos de viento,
volteando a ver
si es que se puede,
trepando
el quién sabe cómo
así
en
la
muerte
así
en
la
vida.
Ubicación El Churo
En el parque de la Alameda se alza el Churo, una construcción espiral construida por el horticultor Enrique Fuseau (hijo) a inicios del siglo XX en el sitio donde se dice fue un puesto de observación militar y astronómica del pueblo Quitu.
Cantuña es un personaje quiteño que lo conocemos metido entre la fábula, la leyenda y el mito. Su tópico corriente es la mención de la venta de su alma al diablo para construir, en los inicios de la colonización española, el atrio de la iglesia de San Francisco. Dirigió la construcción de la nueva ciudad mestiza utilizando sabias estrategias ancestrales, lo que le permitió conjugar sus conocimientos indígenas con los de Europa, recibidos de su maestro flamenco, Fray Jodoco Ricke.
El pacto con el diablo
Cantuña
Escultura en terracota
60 x 40 x 100 cm.
colección
QUITO MITO ESENCIAS
2002
POEMA – CANTUÑA
de Ulises Estrella
Lo peor que puede
pasarle al hombre
es el vacío,
se dijo Cantuña,
mientras colocaba
piedra tras piedra.
Años atrás,
cuando la lengua de fuego
arrasó todo Quito,
saliendo entre las brasas
él palpó
su cuerpo dividido:
así soy
y viviré
quemado y nuevo,
lozano y viejo,
como
todos los nuestros;
mi cuerpo
y mi cabeza
llevan el secreto:
empieza solo,
angustiosamente solo
en medio de los opresores.
Lo peor
que puede pasarle al hombre
es el vacío;
hay que llenar los espacios,
hacer la plaza
para los míos,
para los que no entraron
en el imperio de los muertos,
para los que descenderán
del resonante Pichincha
sin oro,
con la mayor riqueza del mundo
o sea
sus vidas.
Por esta plaza vendí al Diablo
la que ellos creyeron
que era mi alma,
y dejé la verdadera aquí
en este hueco
que está por llenar
en esta piedra que falta
en mí y en ti,
en todos.
Saliendo
de las casas en gradas,
corriendo
entre calles estrechas y turturosas
lleguemos
a Quito,
plaza San Francisco,
cargando
esa piedra que nos falta.
para decir:
mi plaza, mi espacio abierto
y generoso
fundador del mundo íntegro,
cálidamente humano.
Aquí y ahora,
entre silencio y ventisca,
Cantuña nos recuerda,
día tras día:
lo peor que puede pasarle al hombre
es el vacío.
Ubicación Cantuña
En el antiguo mercado indígena de Quito se ubica la plaza de San Francisco y su iglesia construida bajo las órdenes del franciscano flamenco Fray Jodoco Ricke a partir del año de 1535.
La quiteña Mariana de Jesús Paredes y Flores (1618 – 1645) fue canonizada por el Papa Pio XII como santa de la Iglesia católica en 1950. Se destaca su presencia al lado de los pobres, frente a los terremotos y epidemias. Su lucidez política la llevó a decir que “Quito no será destruida por los terremotos sino por los malos gobiernos”. Treinta y dos horas desfiló el pueblo de Quito ante su féretro, entre el 26 y 27 de mayo de 1645, suceso nunca igualado hasta hoy.
Mariana de Jesús
Escultura en terracota
30 x 25 x 55 cm.
colección
QUITO MITO ESENCIAS
2002
POEMA – OLOR DE SANTIDAD
de Ulises Estrella
MariAna
es
y no es.
Aparece, casi estática,
mitad
ángel
con su pecho apretado.
Oliendo
su ciudad.
queriendo
que vengan los temblores
para empezar a comprender
sin cilicios
sin treguas,
abrazando a los humanos,
MariAna,
en su quebradura
trastabillando
en la calles,
viviendo
en la quebrada,
cediendo
su sangre a los diez mil.
buscando
convertir
en música
el estrépito.
Inventando
un ritmo,
hasta
encontrar
el propio.
MariAna
¿santa de qué?
Unas veces
María,
de repente
Ana,
una fugaz
otra en azar.
Ubicación Mariana de Jesús
Donde fue la casa de la Santa Mariana de Jesús hoy es el Museo del Carmen Alto. Aquí vivieron en claustro las hermanas Carmelitas Descalzas desde 1653 hasta el año 2013 cuando se abrieron las puertas del Monasterio al público por primera vez.
Manuel de Almeida (1646 – 1725), un anticipado de la Teología de la Liberación, fue investigador y músico. En el museo de San Diego de Quito se conserva el Cristo del Padre Almeida, una escultura sobre la cual, según la leyenda, trepaba el sacerdote para salir por encima de los muros del monasterio a compartir el mundo de los inmigrantes noche tras noche. La imaginación popular inventó la frase: ¿Hasta cuándo padre Almeida?, que presuntamente le gritaba el ícono, a lo que Manuel contestaba: Hasta la vuelta señor.
El deseo de conocer el mundo
Padre Almeida
Escultura en terracota
70 x 60 x 90 cm.
2002
Fragmentos
POEMA – REGRESO CON GLORIA
de Ulises Estrella
Dios no quiera
que llegue al cielo
tras el muro
presiento
rondan
hombres
tiemblan
mujeres,
los niños ríen.
Del otro lado
anteveo
Humanos
sin ángeles
con cuerpos deseados,
sin plegarias
con dientes crujiendo;
ninguna ermita
para el desatino
roja esperanza
más que celeste ambición.
Tentar,
probarlo todo
tras esta muralla.
salir sin rumbo,
ceder
Ante la avidez
de sentirme vivo,
¿será la verdadera gloria?
Sin entender la Tierra
Dios no quiera
que llegue al Cielo.
Con la tentación
me acuesto,
con la tentación
me levanto.
Mi silencio
interior
me impulsa al
exterior.
Me siento
como tu imagen,
cristo mío,
uno y diverso
hablando con emociones,
no con palabras.
Mil rostros,
ninguna máscara.
en cada gesto
un hombre,
todos los hombres
que corren
el riesgo
de existir.
Tu imagen
es mi sostén
por ella trepo
alcanzo
la ventana,
desciendo al extramuro.
Caído en tentación,
no conozco el pecado,
mi sangre
suena fresca,
los poros se abren,
huele la vida.
dan ganas incontenibles
de tocar
gritar
llorar
sin bien,
besar
reír
danzar
sin mal.
Estando en tentación
somos capaces de crear
sin penitencias.
Si compartimos
aportamos lo necesario:
vigor al retrasado,
incertidumbre al fuerte,
mansedumbre al obsesivo,
fisura al opresor,
fruto al débil,
elevación al oprimido.
Con esta gloria
regreso,
mi señor,
me descuelgo entre tu talla,
con sincera intención
de darme,
de ser tu instrumento.
pero el monasterio
nubla mi vista,
aquí circulan los puros,
los que no quieren
otro espacio
que su cielo;
los que inventan
cada madrugada
mi muerte,
mi cortejo
y sus salvaciones.
ellos acarician el error
que imaginan sus sueños
y se recogen.
nosotros
buscamos lo cierto,
volcando cada quimera
en audacia profunda,
y salimos.
Tú y yo,
Cristo mío,
sin preguntar
hasta cuándo
porque vamos juntos.
Salimos a conocer,
Dios quiera
que permanezcamos en el mundo.
Ubicación Padre Almeida
La ventana por dónde escapaba el Padre Almeida se observa todavía en el Convento de San Diego construido por la comunidad franciscana el año de 1599.
En el edificio Guerrero Mora, en la calle Guayaquil del centro de Quito, estuvo ubicada la Casa 1028. Ahí, cuenta la leyenda, vivió Bella Aurora, una joven quiteña que a pesar de las protecciones de su padre fue perseguida y asesinada por un gran toro negro en su propia habitación.
Un leyenda sobre el incesto
CASA 1028
Escultura en terracota
89 x 54 x 62 cm.
1995
Fragmentos
LA IRRUPCIÓN DEL TORO NEGRO
de Ulises Estrella
La casa 1028, después de todo lo que ha visto, le parece más sombría y enigmática. Con afán de soledad, busca su cuarto para zambullirse entre los dos armarios y susurrar a la madre las sorpresas recibidas en este día fuera de lo común. Pero, la detiene el vozarrón de su padre que, enterado de la conversación con el Soplador, convoca a su hija y sirvientes; les junta en el patio trasero, justo alrededor del aljibe. Allí, en improvisada tribuna delante de la enredadera , explica que no es casual que su casa tenga aljibe; que el mismo la ubicó para evitar que su gente salga hacia los chorros de la ciudad, que este genial invento árabe recoge y preserva las agua de lluvia, que son las más puras, pues vienen directamente del cielo. Solamente la plebe, los infieles se acercan al Cajón de Agua, a sabiendas que a sus alrededores circulan los monstruos. Luego, citando a la Biblia, el abogado anticipa que habrá granizadas y tormentas que no podrán soportar quienes sean ingratos con la gracia de Dios. El agua de los siete chorros, insiste, no podrá evitar que los impíos sean consumidos por el fuego. Quedarán, eso sí, cien iglesias y conventos quiteños para que el pueblo entienda que no son las cosechas de la tierra las que alimentan al hombre, sino que es la palabra divina la que mantiene a los humanos. Por tanto, decreta que partir de mañana nadie salga de la casa, que se levantarán antes del amanecer a dar gracias al Señor y a orar hasta que salga el sol. Así, dentro de poco, ratifica, las leyes de la ciudad se derretirán como escarcha en invierno y se escurrirán como agua inútil.
Aurora siente de pronto un inmenso cansancio, una angustia que le corroe las entrañas. Se escapa precipitadamente, tambaleando entre los corredores. Su padre no se inmuta y sigue engolosinado con su discurso, casi en posición de éxtasis.
En el gran salón familiar, extrañamente vuelve a la infancia. Acurrucada en una esquina, rememora a decenas de vecinos que venían a “las visitas”: invitados de todas las edades eran recibidos por su madre, con inmensa amabilidad, ofreciéndoles asiento en los diversos sitios, uno más sorprendente que otro. Casi sonámbula empieza a sentarse en la silla encadenada, que permite mirar furtivamente los cuatro rincones de la sala, , en bancas laterales donde se puede acariciar los arabescos y, finalmente, en la silla de estrado, la que sirve para servir a las visitas muy especiales, la única donde puede hablar en voz alta, no en susurros,
Al punto, como arrebatada por un fantasma, cree ver al Soplador, o mejor, transformarse en él, gesticulando sin cesar, buscando reproducir los movimientos para hacer botellas, con manos, cuello y boca, con todo el cuerpo hasta que en la cúspide, cuando avanza el soplo final no puede más, comienza a sudar copiosamente, entre espasmos rueda sobre la alfombra, abriendo y cerrando convulsivamente las piernas, llorando y riendo, al mismo tiempo, en un concierto contradictorio y estridente, que sale desde el salón y llega hasta el patio trasero.
Todo se paraliza alrededor del aljibe.
El zumbido que viene del salón es penetrante, remueve las vísceras. Los sirvientes se miran desconcertados, como sintiéndose culpables por haberse quedado tanto tiempo escuchando al arenga del patrón. En segundos reaccionan y se vuelven atolondrados, buscando a la Bella.
El padre es el primero en llegar. Encuentra a su hija en el piso, con torpes movimientos la levanta en vilo, como si fuese una muñeca, la suya, la que solamente a él le pertenece. Busca donde llevarla y, casi mecánicamente, entra en su propio dormitorio. Logra serenarse y con ternura la introduce en su cama, cobijándola con todo lo que encuentra, desde las mantillas de la primera Aurora, hasta su capa de pesado paño azul marino, exclusiva para los paseos nocturnos.
Alucinado, le confunde con su esposa. Percibe el mismo olor, ese aroma de hierba fresca que le provoca ganas irrefrenables de retozar por encima del cálido y delicado cuerpo femenino. Levanta los ojos y encuentra el escenario conocido: el gobelino que muestra al “león enamorado”, que se dispone a entrar en una caverna, en cuyo borde le espera una mujer desnuda, con largos cabellos y en posición pasiva.
Aurora está hipnotizada, mortalmente pálida y friolenta. El padre la sujeta con todas sus fuerzas. Ella mueve lentamente sus brazos, cediendo ante el ardiente abrazo. Ambos, con los ojos cerrados, sienten que una nube los cubre y los envuelve.
La hija se ha desmayado en los brazos masculinos. A partir de ese momento solamente se percibe un jadeo interminable, el del macho que aprovecha un cuerpo inerte para recobrar su postergado lenguaje de toques, besos, sexos, hasta insinuarse una aterradora penetración.
La Bella despierta sobresaltada. Su sangre les demuestra que el toro negro ha llegado.
Ubicación Casa 1028
Cerca de la parada Plaza Grande del Trolebús se encuentra el edificio Guerrero Mora. Justo ahí, en la calle Guayaquil, vivió y murió en la época colonial la joven Bella Aurora, protagonista de la leyenda de la Casa 1028.
Manuela Sáenz (1793 – 1856), a partir de 1822, junto a Simón Bolívar, participa activamente en la lucha independentista contra el coloniaje español. Libre en el amor (amante de Bolívar) y en lo político (impugnadora de las fallas políticas postindependentistas), hubo de morir expulsada, sola e incomprendida, en Paita, Perú.
Manuela Sáenz
Escultura en terracota
40 x 60 x 80 cm.
1995
Versión posterior
POEMA – MANUELA ANTE EL MONUMENTO
de Ulises Estrella
Si te aceptaba
como decías que eras,
nunca te habría conocido.
Las batallas más duras
fueron entre tú y yo,
trances de libertad
sin epopeya,
sin estatuas ecuestres.
Mujer fui,
nunca esposa,
amante fui,
fiel a los impulsos,
jamás a las leyes.
Siempre a tu lado,
nunca detrás.
yo diciendo,
tú callando,
cayendo
y levantando,
en las cinco naciones.
Nos ofuscó el poder,
Bolívar.
La nave nos quedó grande,
los tripulantes ambicionaron
y el pueblo no quedó libre.
¿Qué política
puede calmar
el fuego
que crepita en mis sienes?
Has muerto,
vivirás en bronces.
Al futuro,
te verán inmaculado
y a mí,
que te acompañé
en carne y huesos,
la pecaminosa,
temible con las armas
cuando del amor se trata.
La
Libertadora del Libertador
No existe,
yo soy
Manuela Sáenz.
No te esperé tejiendo,
ni me quedo llorando.
Simón,
tu maestro
mi maestro
sabio por encima del tiempo,
te mira aún
gritando en el monte Aventino;
también él quiso
que seas,
no que aparezcas.
Tenlo por seguro,
en el año dos mil
las cinco naciones
seguirán llamándote,
y dudando de mí.
No me confundan,
hice lo que había que hacer,
decidí
qué hombre tomar,
excepto mi marido.
¿Acaso no quisieran esa victoria
tantas temerosas?
Poner
igual pasión en la guerra
como en la tienda con dulces cigarros.
Cuántos sonidos
faltan en tu monumento,
Bolivar,
cuántos susurros
que sólo rondan en mi cabeza.
Quien quiera
entendernos y entenderse,
debe mirar
siempre más allá
sordo a los ecuestres,
vital a los humanos,
a los extraños,
a los raros
que rompen los péndulos
y se aferran al badajo
para quebrar
toda maciza campana.
En Quito nací
y quiero volver a ese vientre,
acariciar sus calles como un cuerpo,
besar poro a poro, sorber sus sales
como sexo abierto.
Estoy aquí,
como diría:
boca sin alfabetos,
lengua sin artificios,
enciclopedia del tacto;
como si fuera
el primer
y último
incendio
en vida
hacia
el futuro.
La libertadora del libertador no existe
Boceto de Manuela Sáenz
Ubicación Manuela Saenz
En la calle Junín y Montufar del centro de Quito hay un museo dedicado a Manuela Sáenz. Ahí se pueden encontrar la cartas de amor y política que intercambiaron con Simón Bolívar.
Dolores Veintimilla de Galindo (1829 – 1857), de la condición de esposa fiel, defensora del paradigma matrimonial, pasó a ser la poeta rebelde. Su poema Epitafio, a favor de un indígena ejecutado por parricida, causó tal conmoción y criticas en que la llevaron al suicidio.
El suicidio
Epitafio
“No es sobre la tumba de los grandes, no sobre la de los poderosos, no sobre la de un aristócrata que derramo mis lágrimas, no, la vierto sobre la de un hombre, la de un esposo, sobre la se un padre de cinco hijos, que no tenía para estos mas patrimonio que el trabajo de sus manos»
DOLORES VEINTIMILLA DE GALINDO 1857
DOLORES VENTIMILLA
DE GALINDO
Escultura en terracota
40 x 60 x 80 cm.
colección
QUITO MITO ESENCIAS
2005
Fragmentos
POEMA – DOLOR – ES
de Ulises Estrella
Me propusieron
lo durable,
y quise.
Me botaron
al común,
y fui
ardor anónimo
sin ninguna recompensa.
Él
ganando verdades
en su evasión,
¿sería error?
yo
apareciendo
temiendo ser;
viendo
mi rostro
uno y otro
dos soledades en una,
con
el
tiempo
encima
casi desvanecida
empiezo a pensar.
La amargura
de haber vivido inútilmente
me enfrenta a disponer
de mi palabra
mi cuerpo
mi muerte.
Un dulce
y terrible
epitafio
merezco,
igual
que mis semejantes
parricidas
cercanos
que hincan en sí mismos
sus manos indagadoras.
Sólo
asumiendo
así el dolor
se enfrenta
la tiranía
de la vida no perdida,
de la ley no sentida,
del ancho olvido
que los hombres,
por costumbre,
hacen de sí mismos.
La Virgen de Quito es una escultura que realizó Bernardo de Legarda en 1734 con un afán netamente estético, no iconográfico, buscando rendir culto a la mujer quiteña y transgrediendo los conceptos religiosos. No es una virgen a la que se le pide milagros, es un imaginario, una obra estética y emblemática de la artesanía artística quiteña, que se difunde por el mundo a través de las innumerables réplicas que se siguen haciendo.
1498
El artista alemán Alberto Durero realizó una serie de grabados a partir de varios textos del Apocalipsis bíblico.
«Una gran señal apareció en el cielo: Una mujer vestida de sol, la luna bajo sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Está encinta y grita al sufrir los dolores del parto y los tormentos de dar a luz. Apareció entonces otra señal en el cielo: Un gran dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas. La cola arrastró una tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó a la tierra. El dragón se puso delante la mujer, que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto naciera. Y dio a luz un hijo varón, el que ha de regir a todas las naciones con cetro de hierro. Pero su hijo fue arrebatado hasta Dios y hasta su trono. Entonces la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios, para que allí la alimenten durante mil doscientos sesenta días.”
Libro del Apocalipsis 12,1-17
1734
El quiteño mestizo Bernardo de Legarda tomó como referencia uno de los grabados de Durero y construyó diversas versiones de la virgen del Apocalipsis dando origen a la que hoy conocemos como la “Virgen de Quito”.
1975
En la colina conocida como el panecillo se construyó un monumento de 30 metros representando otra versión de la virgen apocalíptica. La salvedad de esta “versión de un artista español”, como se aprecia en la escultura monumental, está en que debe remitirnos a reconocer el gran fenómeno de la apropiación que otorgó rasgos inconfundibles de la mujer quiteña, con los que ha conquistado un puesto de reconocimiento mundial y convertirse en la llamada Virgen de Quito.
2005
Como parte del proyecto Quitológico, Sara Palacios realiza seis versiones en barro de la Virgen de Legarda.
La virgen apocalíptica de Quito
VIRGEN DE QUITO
Versión Bailarina
Terracota
60 x 25 x 20 cm.
colección
QUITO MITO ESENCIAS
2005
Fragmentos
VIRGEN DE QUITO
Versión Ancestral
Terracota
55 x 30 x 20 cm.
colección
QUITO MITO ESENCIAS
2005
Fragmentos
VIRGEN DE QUITO
Versión Ciudad
Terracota
60 x 35 x 30 cm.
clección
QUITO MITO ESENCIAS
2005
VIRGEN DE QUITO
Versión Mujer
Terracota
72 x 42 x 32 cm.
colección
QUITO MITO ESENCIAS
2005
VIRGEN DE QUITO
Versión Gesto indígena
Terracota
60 x 25 x 20 cm.
colección
QUITO MITO ESENCIAS
2005
VIRGEN DE QUITO
Versión Embarazo
Terracota
45 x 25 x 15 cm.
colección
QUITO MITO ESENCIAS
2005
Fragmentos
POEMA – VIRGEN DE QUITO
de Ulises Estrella
Anónimos pintores
escultores
entalladores
imagineros
queríamos volar
salir
encima de la cordillera,
con alas
mirar
desde arriba
los grandes escenarios
envueltos en nubes
ver los misterios
subir
subir
hasta el fin
en lo más alto
frente al sol
encontrarnos con la mujer
espléndida imagen
revestida de luces
acariciando
con mínimos pies
la luna,
en medio del oscuro
queriendo
oír
oler
tocar
más
Mujer
con diez luceros
en su ensortijada cabellera
cinco de temor
cinco de ilusión,
dejando camino
a la serpiente
boca de dragón
truenos y relámpagos
en rojo de fuego
alas de cóndor
la mujer
nos fue llevando
a cielo abierto
entre picos
barrancos ríos transparentes
un tiempo
unos tiempos
y medio tiempo
nos fuimos
a volver
de arriba
descendiendo,
colándonos
en la plaza grande
aspirando
la respiración de todos
lenta letanía
vapor de prisioneros
peregrinos
eternos penitentes
junto a la fuente
un buhonero
enamorado ofreció
su caja rutilante;
cinta botón encaje
hilo dedal aguja
polvo de colores
todos sus tesoros
para que baje la mujer
ella
con dulzura
movió sus manos,
como bailarina
permitiendo que flote el viento
su hermoso vestido de arcoíris
manto azul salpicado de estrellas
túnica blanca estufada en oro
Virgen
abriendo espacios para la vida
sin rezos
sin plegarias
nunca necesitada de cultos serviles
rostro descendido y esculpido,
policromo
encarne brillante
rostro
en busca del dónde del pasado,
vislumbrando el cómo del futuro
Mujer
rindiendo cuentas
sólo a si misma,
inmortal
como su ciudad.
Anónimos pintores
escultores
entalladores
imagineros
queríamos volar
salir
encima de la cordillera,
con alas
mirar
desde arriba
los grandes escenarios
envueltos en nubes
ver los misterios
subir
subir
hasta el fin
en lo más alto
frente al sol
encontrarnos con la mujer
espléndida imagen
revestida de luces
acariciando
con mínimos pies
la luna,
en medio del oscuro
queriendo
oír
oler
tocar
más
Mujer
con diez luceros
en su ensortijada cabellera
cinco de temor
cinco de ilusión,
dejando camino
a la serpiente
boca de dragón
truenos y relámpagos
en rojo de fuego
alas de cóndor
la mujer
nos fue llevando
a cielo abierto
entre picos
barrancos ríos transparentes
un tiempo
unos tiempos
y medio tiempo
nos fuimos
a volver
de arriba
descendiendo,
colándonos
en la plaza grande
aspirando
la respiración de todos
lenta letanía
vapor de prisioneros
peregrinos
eternos penitentes
junto a la fuente
un buhonero
enamorado ofreció
su caja rutilante;
cinta botón encaje
hilo dedal aguja
polvo de colores
todos sus tesoros
para que baje la mujer
ella
con dulzura
movió sus manos,
como bailarina
permitiendo que flote el viento
su hermoso vestido de arcoíris
manto azul salpicado de estrellas
túnica blanca estufada en oro
Virgen
abriendo espacios para la vida
sin rezos
sin plegarias
nunca necesitada de cultos serviles
rostro descendido y esculpido,
policromo
encarne brillante
rostro
en busca del dónde del pasado,
vislumbrando el cómo del futuro
Mujer
rindiendo cuentas
sólo a si misma,
inmortal
como su ciudad.
Ubicación VIRGEN DE LEGARDA
A 3000 metros de altura y en pleno centro de Quito se encuentra el monte conocido como el Panecillo. En tiempos preincas esta elevación era llamada shungoloma y fue un sitio estratégico de observación y adoración al sol
Anita Bermeo viajó a Paris como empleada doméstica a comienzos del siglo XX, regresó loca a recorrer las calles de Quito como dueña de la ciudad entre las burlas de sus habitantes, sobre todo de los niños que sorteando cada paraguazo la llamaban “torera”, por sus atuendos parisinos que recibió como avío y que usó con extravagancia durante los casi cien años de su vida hasta 1984.
La dueña de la ciudad
LA TORERA
Escultura en terracota
40 x 60 x 80 cm.
colección
QUITO MITO ESENCIAS
2005
Fragmentos
POEMA – QUITEÑA ILUSIÓN
de Ulises Estrella
Cien años
poco tiempo.
apenas vida
para asir
tanto mundo.
Tenue luz
seguirá madrugando
la ciudad:
Quito
temblando
levemente
ante la muerte.
Anita,
color de banderilla,
sin toro
ni hacienda
ni casa,
toreando
-paraguas en mano-
todos
los
cuadrados humanos
que voltean la esquina,
sin tornar a ver
las mil
-solitarias-
ilusiones
adheridas
a las piedras
panecillos
quebradas
chorreras
de este Quito,
viejo
devorador
de sueños.
Ella,
de lo real,
sacaba lo soñado,
así,
su muerte
es vida
vivida
en poesía.
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